Un parto tranquilo y en casa. De larga, larguísima gestación. Nos tocó crecer en un año increíble, viendo a nuestro alrededor paranoia y dolor, como decía Calamaro. Encerrados en un piso -la moneda cayó del lado de la soledad- y con la única variante posible del color del cielo o el humor de nuestras parejas o hijos, nos llegó un reto en forma de producción: contar en cuatro episodios televisivos los esfuerzos de cuatro grandes compañías españolas cuando estalló la pandemia por Covid19.
Vale que antes habíamos tenido vídeollamadas, hangouts y audios de whatsapp. Cierto, estamos acostumbrados a trabajar en digital, en casa y mientras damos potitos a nuestros hijos. Pero nunca antes habíamos puesto en marcha una producción de una serie para televisión encerrados cada uno en 9 metros cuadrados de despacho por lo general compartido y acechado por hordas de niños exigiendo las claves del iPad o las acuarelas para hacer un graffiti en la pared.
Aquello se llamó Un país de Imparables y, a pesar de que hablaba de todas aquellas acciones y decisiones que convirtieron a ciudadanos, profesionales y empresas en los Imparables de la pandemia, en cierta medida hablaba también de nosotros, invencibles en nuestro empeño por sacar adelante aquella producción en tiempo récord y entre decenas de llamadas (eterno agradecimiento a la gente de TBS, Mercadona, Santander, Iberdrola, Telefónica y AfterShare).
Bromeábamos de hecho con un quinto episodio que pusiera en valor la producción en sí. Porque mientras contábamos las andanzas de personajes que las habían pasado muy putas nosotros mismos teníamos que dar solución a una ecuación de tercer grado: crear una serie espectacular y que pusiera en valor actos tremendamente heroicos mientras ejecutábamos de manera sostenible y segura (un PCR positivo en el equipo sería un obstáculo enorme) y sin poner a los entrevistados en peligro (recordemos que la curva de contagios era casi exponencial).
El resultado es visible en la plataforma de Movistar+ y os invitamos a disfrutarlo ahora que duele un poquito menos.
Y es de una factura tan buena y con historias tan potentes que nos pareció buena idea darnos una segunda oportunidad. También con Movistar y junto al enorme Chus Marcos, creador de un formato que de alguna manera venía a rematar para nosotros un repóker de historias relacionadas con esta gran putada que es el Covid. Mi Generación, también en Movistar+, es un emotivo homenaje al colectivo más vulnerable y que más ha sufrido la pandemia, todos aquellos hombres y mujeres que han construido la España de los últimos cincuenta años y que conocemos hoy.
Para entonces ya teníamos nombre. La Clé. Llave en francés. Sencillo y sensorial. Ya sabéis: tras la cerradura, un mundo infinito de imágenes, emociones y sensaciones. Todo con el storytelling como hilo conductor. Que es básicamente lo que somos los dos fundadores:
Cibrán Isasi (aka Cibri) y David A. García (aka David Conde o ideacas).
El primero es productor y realizador. Bronce en Cannes. Gallego. Y un poquito peruano y experto en LATAM.
El otro es abulense. Periodista, guionista, publicitario. Ex Head of Content de ISDI. Acabando Los Hombres de Coddington (novela).
¿Y qué es La Clé? A ser posible, de momento salimos sin etiquetas. Sobre todo porque somos muchas variables. Ejecutamos contenido de enorme calidad. Pero antes de eso también lo ideamos y desarrollamos pensando en el mejor formato posible, canal o plataforma. En ese sentido tenemos un poco de Mortadelo o El Santo. Y nos ponemos el disfraz que mejor nos sienta en cada momento. Asesoramos o desarrollamos. Creamos una imagen de marca o la ponemos a andar en imágenes.
Para darle un toque más molón nos hemos apropiado del título de una canción de Jim White que nos sirve para decir sonrientes que hoy it’s a perfect day to chase tornadoes.
El último torbellino al que hemos dado caza tiene ya ojos y cara y hasta nombre. Pero por eso de no hacer spoilers a destiempo no desvelaremos demasiado. Simplemente avanzar que hemos trabajado duro e increíblemente a gusto con Sports & Life y que el resultado, ya cerrado, tiene una pinta espectacular.
Poco hemos cambiado desde hace un año. Hemos preproducido, producido y posproducido nuestro último contenido -también- en remoto. Somos nativos digitales, como nos encanta decir a todos hoy, pero además nativos en el teletrabajo y en la teleproducción. ¿Y sabéis qué? El resultado es el mismo que cuando producíamos en el old business prepandemia y pre explosión del trabajo en remoto. Lo iréis viendo en esta web, en nuestras redes sociales y en diferentes plataformas de contenido.
Cierto, con las relajaciones cada vez se hace más fácil grabar en las condiciones de antes y con reuniones presenciales, lo cual lo hace todo mucho más amable, humano y cercano. Pero no deja de ser sorprendente cómo es posible crear desde cero y gracias a canales digitales un documental desde la Luna.
Lo mejor a día de hoy: que la paranoia y el dolor remiten y que el contenido está en su mejor momento posible.
¿Cazamos un tornado juntos?